Me di cuenta de que aquellos tipos eran unos neonazis de mierda, que se crían muy machos acorralando a aquél pobre chaval. Germán avanzó hacia él, navaja en mano.
-¡Eh tío, ya está bien!-exclamé inteponiéndome en su camino.
-¡No!- gritó Jorge-.¡A él no!
En ese momento sentí una punzada muy fuerte en el hombro izquierdo y vi que me salía sangre.
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